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Café Sorocabana

La mirada de Mario

Café Sorocabana

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Café Sorocabana

El mítico café abrió su casa principal en la Plaza Cagancha, en 1939, volviéndose famoso gracias a las tertulias literarias y de actualidad que albergaban sus mesas. La firma creció y abrió varias sucursales en distintos barrios y ciudades del país. Una de ellas en la Ciudad Vieja, en 25 de Mayo 485. Para el año 1970 habían cerrado todas la sucursales de Sorocabana, excepto la de 25 de Mayo, que bajó sus persianas a mediados de la década del noventa, poco antes de que también cerrara el salón principal de la Plaza Cagancha. Muy recientemente, el Sorocabana de la Ciudad Vieja volvió a abrir, y aunque el lugar y el estilo es diferente, conserva el nombre y algunos detalles de la época antigua. Tiene allí un rincón muy especial, una especie de «altar» dedicado a Mario, con volúmenes, retratos suyos y hasta una de las sillas y una mesa que fueron usadas por el poeta para escribir La tregua.

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LA TREGUA

Mario no sólo integró a sus cuentos y novelas al montevideano medio que tanto le preocupaba; también lo situó en ambientes de la ciudad que le eran familiares y comunes. El Café Sorocabana de 25 de Mayo, donde durante cinco meses de 1959, todos los mediodías escribió La tregua, fue escenario de momentos fundamentales del relato:

«Santomé, a menudo, se encuentra con Avellaneda en un café: es el Sorocabana de 25 de Mayo. Allí se le declara y allí escribí la novela, en una mesa cualquiera.» 1

La tregua fue publicada en 1960, lleva a esta altura más de doscientas ediciones y fue traducida a diecinueve idiomas. Junto con Poemas de la oficina y Montevideanos, significó un punto de inflexión en la carrera de Mario, proyectándolo a nivel internacional y marcando su consagración como escritor. 1- Entrevista de María Esther Gilio, Brecha, 2/2/2001

Descubrí a

Mario

1955

Además de la costumbre innata de Mario de entrar a un bar, pedirse -generalmente-, un cortado y sentarse junto a una ventana, Mario supo participar de alguna que otra tertulia, en una época en que los cafés de Montevideo eran un escenario común para ello.

Él lo consideraba un ocio creativo, y entre los varios lugares donde se desarrollaban esos interesantes encuentros, es famoso el Sorocabana de la Plaza Libertad:

«Yo recuerdo en mis buenos tiempos en esta ciudad, las barras de café que había, las ruedas de intelectuales, de obreros, ruedas de periodistas, de escribanos, de ingenieros, que se reunían en los cafés y charlaban sobre el mundo y sus alrededores. Pero todo eso era un intercambio necesario, no sólo porque de esas conversaciones colectivas surgían a veces muy buenas ideas -surgían del ocio que puede ser estimulante también cuando es manejado por gente creadora-, no sólo por eso, sino también porque establecían un estilo de relaciones humanas.» 1

Aquella era la casa central de Sorocabana, que tuvo sucursales en el interior y en otros barrios de Montevideo; sin saberlo, una de esas sucursales sería el lugar donde Mario concebiría la que es tal vez su novela más famosa.

En aquellos días en que la rutina oficinista de la Industrial Piria no impedía la inspiración, por motivos prácticos Mario tuvo que improvisar un «despacho» para escribir. El escritorio fue una mesa del Café Sorocabana de 25 de Mayo:

«Allí escribí la novela, en una mesa cualquiera. La escribí íntegramente, durante cinco meses de 1959, en una misma mesa de ese café. Nadie me conocía. Si fuera ahora, imaginate. Pero en esa época era lo único posible. Tenía dos horas al mediodía. En lugar de irme a Malvín y volver en el 142, me iba allí, pedía un refuerzo, un café y escribía.» 2

1- Entrevista para TV Cable de Roberto Pereira y Carlos Hakas, 1993
2- Entrevista de María Esther Gilio, Brecha, 2/2/2001, y Mario Benedetti por Hugo Alfaro, Trilce, 1986, p. 28.

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