Descubrí Montevideo
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Descubrí el Centro

Avenida 18 de Julio

La mirada de Mario

Avenida 18 de Julio

Descubrí el lugar

Es la principal calle de Montevideo, y en ella se encuentran algunos de los edificios más importantes e históricos de la ciudad. Fue concebida como eje de la Ciudad Nueva, cuando se comenzó a expandir el casco antiguo. «Dieciocho», como se la llama familiarmente, nace a los pies de la Plaza Independencia y se extiende a lo largo de unos tres kilómetros hasta acabar en el Obelisco a los Constituyentes, en donde empieza el Parque Batlle. La mayor porción de la Avenida discurre por dos barrios: hasta la calle Javier Barrios Amorín es columna vertebral del Centro; a partir de allí lo es del Cordón hasta Joaquín Requena. El pequeño tramo que queda pertenece a Tres Cruces. El tramo de 18 de Julio que recorre el Centro es el de mayor valor patrimonial edilicio y urbano. En él se construyeron lujosas residencias, salas de espectáculos, grandes tiendas, organismos públicos, comercios, oficinas y viviendas.

Descubrí la Obra

ANDAMIOS

Javier Montes es el protagonista de Andamios, un desexiliado que volvió al Uruguay a reencontrarse consigo mismo y con su lugar de pertenencia. El primer contacto de Javier con Dieciocho es desolador, golpeado por las diferencias que descubre entre el antes y el después de su exilio: los árboles que ya no están, el gentío, los inspectores, los ejecutivos de corbata, el plástico que ganó a los mobiliarios, los niños pobres, la agitación y la enorme ausencia de algunos bares, cines y teatros que él había conocido. Todo cambió para mal. La segunda referencia -más avanzada la novela-, ya es más reconciliadora: a pesar de las transformaciones, Javier reconoce y comprueba que «La gran avenida es el termómetro de la ciudad», y que esa amigable atmósfera que le es propia sigue intacta:

«Uno tiene la impresión de que aquí todos nos conocemos. Caminar por 18 de Julio es como moverse en el patio de la casa familiar. Siempre aparece alguien que, desde la acera de enfrente, alza el brazo como una antena racional, como la comunicación de una presencia.» 1

Andamios narra la historia del periodista Javier Montes que, en 1995, vuelve al Uruguay para recuperar su espacio interior en un país que le arrebataron por la fuerza. Según Mario, es una especie de inmersión de los personajes de La borra del café, que saltaron de sus páginas para construir esos andamios. Y aunque no la reconoce como autobiográfica, sí admite en esta novela algunas pinceladas personales: «Yo también fui un exiliado y lo pasé muy mal. El exilio político es diferente del económico. La muerte, si es forzada, también es una forma de exilio». Publicada en Buenos Aires (1996), México (1997), Madrid y Montevideo (2009), Barcelona (2015), y traducida al italiano (2006), y al portugués (2017).


1- Andamios, pág. 89

POEMAS DE LA OFICINA

Los Poemas de la oficina, con mucho de cotidiano y poco de fantasía, hablando de cosas que sucedían a muchos, abrazaban al lector, lo hacían cómplice del tedio y la resignación, lo incluían en sus versos, les permitía identificarse en esas páginas que contienen trazas autobiográficas, y que también diagnostican una realidad que se iba tragando al país: «Uruguay es la única oficina del mundo que ha alcanzado la categoría de república». El poema «Aguinaldo», ese anhelo de dos veces al año, hace cuentas que no alcanzan y resuelve pasear la resignación por la principal avenida Montevideo:

«Cobraré el aguinaldo en billetes de uno a uno y me iré caminando por Dieciocho silbando un tango amargo como otro distraído.» 1

En 1956 aparecen los primeros Poemas de la oficina en la revista Marcha, y es tal la repercusión que se agregan varios poemas que no incluía esa primera selección y se publican mil libros que se agotan en quince días. Este es el primer libro que marca un gran acercamiento entre el poeta y el público, y también el último cuya edición costeará Mario.
1- Aguinaldo, en Poemas de la oficina - Poemas del hoyporhoy, pág. 15

Descubrí a

Mario

1955 - 1956

Al momento de escribir sus Poemas de la oficina, entre Will Smith S. A., la Contaduría General de la Nación y la Industrial Francisco Piria, Mario ya llevaba más de quince años absorbiendo la atmósfera de oficina. Y si para la vida veinte años no es nada, para un libro quince lo pueden ser todo. Este bagaje, compuesto por archivadores grises, expedientes gordos, paredes lisas y frías, edificios sórdidos iluminados sórdidamente, empleados ociosos y una lista infinita de engorrosos trámites es la materia prima de esos versos. Esto repetido un día, y otro, y otro... con la silenciosa obsecuencia de la sociedad montevideana que, lejos de rechazarlo, lo había adoptado como ideal de vida. Todo eso mezclado y pasado por el filtro crítico y sensible de un poeta de palabra cotidiana y directa, constituyen los Poemas de la oficina:

«En la época en que escribí La tregua y Montevideanos, y también en la época, que coincide con ésa, en que escribí los Poemas de la oficina (fueron tres libros que escribí no simultánearnente porque nunca escribo dos libros a la vez, pero sí en fechas muy cercanas entre sí), yo estaba en esa época casi diría obsesionado por algo que tiene que ver con el daño que le estaba haciendo al uruguayo medio cierta rutina burocrática; gente que yo sabía, que me constaba, que era inteligente, sensible, muy rica en su vida interior, de a poco se iban apagando en esa vida rutinaria. [...]1 A partir de la vida burocrática, de esa cosa gris que tiene la vida oficinista, yo traté de encontrar una esencia poética.» 2

1- Margarita Fiol y Antonio Puertas: Entrevista a Mario Benedetti, Revista Caligrama, 1984, Nº 1, pág. 72
2- Jorge Ruffinelli, «Mario Benedetti: perfil literario», Studi di Letteratura Ispano Americana, Lettere dell’ Uruguay, 13-14, Cisalpino-Goliardica, Milano, 1983, p. 105

1963

Corren los primeros años de la década del sesenta. Los libros de Mario le brindan un reconocimiento merecido, lo que redunda en las primeras buenas ganancias por su profesión de escritor. Y aunque todavía la situación distaba de ser holgada, pudo comprar un apartamentito en Dieciocho de Julio 878, el mismo edificio en el que vivían sus padres. El apartamento servía a Mario de estudio -por cierto, bastante más cómodo que las mesas del Sorocabana, donde escribió La Tregua-, y le quedaba muy cerca de su trabajo en la Industrial Piria. Allí se organizó mejor y también podía recibir a sus compañeros de la revista Número, donde mantenían desde cordiales debates hasta encendidas disputas.

El apartamento también es recordado porque allí Mario brindó refugio a Raúl Sendic, dirigente tumaparo fundador del MLN, con quien había trabado una profunda amistad, nacida de la genuina admiración por el compromiso. En septiembre de 1963, Sendic es requerido por las fuerzas policiales y pasa a la clandestinidad. A pocas cuadras de donde estaba la Jefatura, Mario le brinda cobijo. Sendic pasa desapercibido, pero a los pocos meses, por razones obvias, debe cambiar de escondite. Mario le prestó también la chaqueta con la que dejó el apartamento un mediodía. Ocho años más tarde, Mario dedicaría a su amigo Sendic El cumpleaños de Juan Ángel.

1- Información recabada de Mario Benedetti. Un mito discretísimo, de Hortensia Campanella, Seix Barral, 2008

Calle Convención
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Palacio Salvo