Situada en 18 de Julio y Julio Herrera y Obes, la Plaza Juan Pedro Fabini, es conocida popularmente como Plaza del Entrevero. Desde aquí, por la Av. del Libertador (ex Diagonal Agraciada), se va hacia el Palacio Legislativo. La composición maneja una estudiada libertad, ajena a las regulares plazas coloniales. Tiene un recorrido en senda circular con pavimentos concéntricos, y en el círculo central se erige una fuente con el grupo escultórico El Entrevero, cuya potente conjunción de hombres, caballos y lanzas afirma la dinámica de la composición. El diseño paisajístico se completa con pequeñas fuentes, muretes, áreas enjardinadas, arbolado público y esbeltas palmeras preservando la visual del Palacio Legislativo.
Obra del escultor uruguayo José Belloni, la Plaza Fabini ostenta uno de los más notables monumentos públicos de Montevideo. Fue inaugurado en 1967 y constituye un homenaje a los héroes anónimos que forjaron la patria. Se lo considera un monumento esférico: en apretado haz, indios, negros y gauchos evocan las primeras luchas de la patria oriental.
Ubicado en el subsuelo de la Plaza Fabini, el Subte nace en 1936 como espacio expositivo. Desde 1940, se ha dedicado al apoyo y difusión de Arte Nacional e Internacional. El espíritu del centro siempre ha sido promover la actividad artística y hoy en día se ha transformado en un referente de las artes visuales contemporáneas. Por estas salas y en casi 80 años, han pasado artistas como Figari, Cúneo, E. Larroche, Espínola Goméz y Gurvich. Tiene tres salas, brinda visitas guiadas y ofrece la posibilidad de realizar talleres y otras actividades de extensión cultural.
Javier Montes regresa al país después de años exilio político. Los reencuentros son muchos: la madre, los amigos, las calles, las plazas; las emociones también son muchas. Camina por Montevideo, nota los cambios, algunos no le gustan, otros le parecen bien:
Andamios narra la historia del periodista Javier Montes que, en 1995, vuelve al Uruguay para recuperar su espacio interior en un país que le arrebataron por la fuerza. Según Mario, es una especie de inmersión de los personajes de La borra del café, que saltaron de sus páginas para construir esos andamios. Y aunque no la reconoce como autobiográfica, sí admite en esta novela algunas pinceladas personales: «Yo también fui un exiliado y lo pasé muy mal. El exilio político es diferente del económico. La muerte, si es forzada, también es una forma de exilio». Publicada en Buenos Aires (1996), México (1997), Madrid y Montevideo (2009), Barcelona (2015), y traducida al italiano (2006), y al portugués (2017).
Juan Ángel, con treinta y tres años a esa altura de la novela habla de la necesidad de juntarse a dialogar con los próceres que tienen estatuas en Montevideo, y que tal vez de esa charla resulte que no queden monumentos: algunos porque los próceres serán tan grandes que no entarán en un monumento de tamaño normal; otros -al contrario-, no lo tendrán porque no lo merecen. Ahí imagina una Montevideo sin monumentos y sin el entrevero.