Último domicilio de Mario Benedetti. La calle lleva el nombre del político asesinado en Buenos Aires por la dicatdura, gran amigo del escritor. Benedetti compartió exilio con él, y le dedicó el poema «Zelmar», donde afirma «era el mejor de nosotros».
Palacio Santos: Avenida 18 de Julio 1177, esquina Cuareim. Construido en 1881, fue residencia del entonces presidente de la República, el General Máximo Santos. Su extrema suntuosidad, inusual para la época y la ciudad, le otorgó gran singularidad. El edificio presenta, dentro de un marco clasicista, líneas de la arquitectura del renacimiento italiano. Desde el comienzo de su construcción la casa atrajo la atención por su riqueza y suntuosidad. Fueron contratados los mejores artesanos de la época para trabajar los mármoles, las maderas y la yesería de frisos, cielorrasos y paredes. En 1975 el Palacio Santos fue declarado Patrimonio Histórico Nacional. Ha sido restaurado conservando su decoración y parte del mobiliario original. Hoy es sede del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El día que asesinaron a Zelmar Michelini, en 1976 Mario estaba en Cuba. Al enterarse de la noticia entró en una depresión de la que no salió hasta que escribió el poema que recordaba y describía al líder, al político, al hombre, al amigo:
En sus diálogos con Osvaldo Ferrari, Jorge Luis Borges dice que acaso la distancia puede actuar como inspiradora, y que tal vez
Algo de esto parece ser lo que ocurre con Mario y Montevideo en el exilio, período durante el cual fue escrito La casa y el ladrillo. Un libro donde aflora la nostalgia por la ciudad toda, por sus calles y zaguanes, por el río omnipresente, por los amigos que están presos o muertos. La ciudad que le fue quitada, y que en esos días duerme bajo el cielo de una dictadura que la hace todavía más dolorosamente lejana.
entre 1975 y 1976, y publicado en México en 1977, empiezan a aparecer los primeros versos de Mario marcados por el tema del exilio, que junto al desexilio son circunstancias que envolverán gran parte de sus textos de aquí en adelante. Este poemario es, para muchos, el más importante acerca del exilio, desde la nueva y dolorosa experiencia de vivir el Uruguay a la distancia.
1- Mª Jesús Tapial Antón, Novelas y cuentos de Mario Benedetti, Tesis doctoral. Madrid, 2002, pág 27.Condenado a muerte en Buenos Aires por la tristemente célebre Triple A, y con un plazo de 48 horas para abandonar el país, Mario decide el destino cercano más amable posible: Lima; para recibirlo, sólo exigen que no escriba sobre la situación política peruana. Allí trabaja para un periódico y también para la agencia de noticias Inter Press, hasta que a los seis meses, es literalmente echado del país sin motivos aparentes. La peripecia que significó esa deportación, encubierta como una «invitación cordial» a abandonar Perú, está narrada en uno de los capítulos «Exilio» de Primavera con una esquina rota.
De los pocos lugares posibles que podía elegir -aunque no le hacía ninguna gracia-, Mario opta por volver a Buenos Aires, donde estaba amenazado de muerte. Llegado allí y buscando una salida urgente, desde Lima le avisa que su deportación había sido un «malentendido», y que podía volver. Vuelve a Perú entonces, pero sólo para viajar enseguida a Cuba, donde comenzaría, en 1976, una estadía ya más estable y larga. Allí trabaja en Casa de las Américas y escribe, dando a luz el poemario La casa y el ladrillo, publicado en 1977. Viviendo en la isla viaja al destino amable más cercano, México, y allí comienza una relación entrañable y duradera con la que será su editorial durante el exilio, Nueva Imagen, que publicará toda su obra en la Biblioteca Mario Benedetti. Estando prohibido en el Río de la Plata, esto significó una verdadera resurrección.
Zelmar Michelini fue un político y periodista uruguayo, primero del Partido Colorado, donde fue diputado, senador y ministro. En 1971, junto a otros dirigentes e intelectuales impulsa la creación del Frente Amplio, como reacción y alternativa a la profunda crisis generada en el país por los partidos tradicionales. En 1973, un día antes del golpe de estado viajó a Buenos Aires, desde donde siguió denunciando la dictadura y sus atroces abusos a los derechos humanos. Zelmar brillaba por su inteligencia, su calidez y sobre todo, por una profunda vocación de solidaridad, la que desplegó en Buenos Aires en toda su dimensión.
Mario siempre recordaba la llegada a Buenos Aires de Carlos Quijano, director del semanario Marcha, que había huido sólo con un portafolios. Al verlo sin equipaje, varios hoteles le negaron el alojamiento: despertaba sospechas y nadie quería correr riesgos; Zelmar fue quien le consiguió refugio a Quijano en el hotel de unos compatriotas. Si bien la relación de Mario y Zelmar ya era cordial en Montevideo, la triste circunstancia del exilio los unió fraternalmente en Buenos Aires, vínculo que fue más allá del encuentro físico.
En ese breve período en que coincidieron en la capital argentina, solían encontrarse más de una vez por semana a comer, a charlar, a compartir. Se forjó así una amistad profunda y entrañable, basada en la confianza, en la calidad humana y en un sinfín de afinidades.
El 20 de mayo Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz y otros dos compatriotas fueron asesinados por el plan Cóndor, que ya desplegaba sus alas con total impunidad sobre América del Sur. Para Mario fue un golpe devastador:
1- Mario Benedetti por Hugo Alfaro, Trilce, 1986, pág. 187.