Descubrí Montevideo
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Descubrí Cordón

Teatro El Galpón

La mirada de Mario

Institución Teatral El Galpón

Descubrí el lugar

Sala 18: Av. 18 de Julio 1618

Fundada en 1949, El Galpón es una agrupación de teatro independiente con más trayectoria en la historia cultural de Uruguay. A lo largo de sus 70 años de historia, se ha constituido en un centro cultural, situado en la principal avenida de la ciudad de Montevideo, con tres salas teatrales. Hay además espacios para exposiciones, una cafetería y una Escuela de Artes Escénicas. Tuvo una primera sala en la calle Mercedes, en un local que hoy ya no existe. En 1964, y ante el crecimiento y aceptación que estaba experimentando el grupo, se adquirió el cine Grand Palace, situado sobre 18 de Julio, para trasformarlo en una nueva sala teatral.


Con el esfuerzo de los integrantes de El Galpón, la ciudad vio construir un nuevo teatro de grandes dimensiones en su principal avenida, con capacidad para 650 espectadores, dependencias para la escuela de artes escénicas y un amplio hall apto para la realización de exposiciones.
Después de años de trabajo, el 9 de Enero de 1969 fue inaugurada la Sala 18. El golpe de estado y el consiguiente advenimiento de represión significaron la clausura del local y la persecución de todos los integrantes de la agrupación, incluida la prisión de algunos de ellos. La mayoría del grupo se exilió en México, donde retomó la actividad teatral, prolongándola hasta 1984. Con el retorno de la democracia la agrupación vuelve al país, y en 1985, el primer gobierno democrático constituido después de la dictadura revoca el decreto que pesaba sobre El Galpón y dispone la devolución de los bienes que le habían sido confiscados. Al día de hoy se han agregado a la Sala 18 -con capacidad para 650 personas-, dos salas más: la sala Cero para 70 espectadores, y la sala Atahualpa, en homenaje a su fundador Atahualpa del Cioppo, que tiene una capacidad de 250 personas y es de disposición circular.

Descubrí la Obra

LA CASA Y EL LADRILLO

CURADOS DE ESPANTO Y SIN EMBARGO

En «Curados de espanto y sin embargo» Mario acusa al presidente Juan María Bordaberry de ignorar a Artigas, su ideario y sus postulados y, a partir de esa ignorancia, cometer las barbaridades que caracterizaron esa época negra para el país: el avasallamiento de las libertades y los derechos humanos, que incluían la prisión de los integrantes del grupo de teatro independiente El Galpón: «y usted que clausuró la universidad / y prohibió tantos libros y canciones [...] y metió en cana a todo el elenco de el galpón».

En sus diálogos con Osvaldo Ferrari, Jorge Luis Borges dice que acaso la distancia puede actuar como inspiradora, y que tal vez «el único modo de estar emotivamente en un lugar es no estar físicamente, ¿no?» 1 Algo de esto parece ser lo que ocurre con Mario y Montevideo en el exilio, período durante el cual fue escrito La casa y el ladrillo. Un libro donde aflora la nostalgia por la ciudad toda, por sus calles y zaguanes, por el río omnipresente, por los amigos que están presos o muertos. La ciudad que le fue quitada, y que en esos días duerme bajo el cielo de una dictadura que la hace todavía más dolorosamente lejana. El cuerpo de Mario no está en Montevideo; su corazón sí. En La casa y el ladrillo, publicado en México en 1977, empiezan a aparecer los primeros versos de Mario marcados por el tema del exilio, que junto al desexilio son circunstancias que envolverán gran parte de sus textos de aquí en adelante. Este poemario es, para muchos, el más importante acerca del exilio. 2


1- En diálogo II, Jorge Luis Borges/Osvaldo Ferrari, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2005, pág. 245.
2- Curados de espanto y sin embargo, La casa y el ladrillo, pág. 49

Descubrí a

Mario

1976


El Galpón es un grupo de teatro independiente fundado en 1949. Fue una de las primeras agrupaciones teatrales que tuvo su propia sala, inaugurada en 1951 en Mercedes y Carlos Roxlo. En 1964 el grupo adquiere el cine Grand Palace, sobre la avenida Dieciocho de Julio para construir allí una nueva sala, más amplia y adecuada para la respuesta que el público daba al teatro. Los tiempos eran difíciles, pues el Gobierno ya estaba dando muestras de sus política represivas y autoritarias.

Después de mucho esfuerzo de sus integrantes y del apoyo del público, el 9 de enero de 1969 se inaugura la «Sala 18» de El Galpón. Consumado el golpe de estado de 1973, las actividades de la agrupación teatral comenzaron a desarrollarse con un sinfín de dificultades; sus estrenos se realizaban a duras penas, con amenazas a sus integrantes, atentados y detenciones.

Finalmente, en un decreto de 1976, la dictadura disolvió al grupo considerándolo «ilegal», confiscó todos sus bienes y le prohibió toda actividad cultural. Sus integrantes fueron entonces víctimas de persecución, y la mayoría optó por el exilio, siendo recibidos de buen grado por México, donde El Galpón volvió a funcionar con éxito hasta 1984. En ese tramo del exilio que juntó a tantos compatriotas fuera de fronteras se volvieron a reunir, en La Habana, varios integrantes de El Galpón y Mario.

En 1963, con libro de Ruben Deugenio y el propio Mario, y dirección de César Campodónico, El Galpón había llevado La tregua a las tablas con singular suceso; allí se había iniciado una amistad que tuvo en Cuba la oportunidad de continuarse. Figura fundamental del teatro nacional, pero por sobre todas las cosas, de El Galpón, fue Atahualpa del Cioppo, presente en aquella reunión de la Habana, entrañable amigo de Mario: «Atahualpa fue un tipo excepcional, un tipo fenomenal. Yo lo conocí muy de cerca, tuve muy buena relación con él. Él dirigió la versión teatral de “Pedro y el Capitán”. Nunca tenía muy buena impresión de mi teatro, con toda razón. Me acuerdo que una vez cenamos en Buenos Aires con él y otros amigos del teatro argentino que siempre me insistieron en que yo escribiera teatro, y entonces le dicen: “Atahualpa, insístale a Benedetti para que escriba más teatro, porque él dialoga muy bien”. Y entonces dice Atahualpa: “sabe una cosa, yo no sé, yo se lo digo a Benedetti porque somos amigos, yo creo que Mario es mucho más teatral en sus poemas y en sus cuentos que en su teatro”. (Risas) Pero con Pedro y el Capitán, yo lo empecé a hacer como novela y se iba a llamar El Cepo. Y un día, yo estaba viviendo en Cuba y vinieron de El Galpón a La Habana y yo les dije que estaba escribiendo una novela. “¿Y de qué trata?” Y les empecé a decir de qué trataba y me dicen: “¡pero eso no es novela, es teatro! ¡Pasala al teatro!” Y bueno, no me convencieron mucho pero me dejaron pensando. Entonces en un momento me preguntaron por la novela y les dije: “sí la estoy escribiendo”. “Entonces tenés un compromiso con nosotros. Cuando las termines te venís para México y nos las leés”. Y bueno, cuando terminé, fui a México y le leí la obra. Y yo que, afortunadamente nunca estuve preso, ni de repente, fui torturado, entonces yo decidí no referirme a testimonios, a cosas que me habían contado y, además, dejé la tortura fuera de la obra. Los cuatro actos de la obra son nada más que conversaciones entre el preso que viene cada vez más torturado y el otro que viene a ser el “torturador bueno” ¿no?, que lo convidaba con cigarrillos. La tortura quedaba afuera, la tortura pasaba en otro lado. Ruben Yánez la iba a dirigir, Ricardo Beiro iba a ser el preso y César Campodónico iba a ser el capitán. Y me dicen: “bueno, de todos modos, Atahualpa está en Cuernavaca, lo vamos a llamar y hablamos por teléfono”. Y se hablaron un fin de semana. Y el lunes volvió Atahualpa y “ahora la dirijo yo”, dijo. Parece que por primera vez, le había gustado.»

Feria Tristan Narvaja
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