Descubrí Montevideo
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Descubrí el Prado

Jardín Botánico

La mirada de Mario

Jardín Botánico

Descubrí el lugar

Una de las principales postales del Prado es el Museo y Jardín Botánico Atilio Lombardo, así llamado en homenaje a quien fue durante décadas su gran impulsor. Creado en 1902 por disposición de la Junta Económico Administrativa, con una superficie de 13 hectáreas, constituye un espacio científico, de estudio y divulgación de la vida vegetal, en particular de la flora indígena, con más de 1.000 especies vegetales. Es un precioso paseo abierto al público, pero con horarios determinados.

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NOCIÓN DE PATRIA

A LA IZQUIERDA DEL ROBLE

Suave pero sistemáticamente Mario siempre ha manifestado una ternura especial por los árboles, seres a los que consideraba prójimos, como a las personas. El Botánico, reducto casi templo de los árboles, vio a Mario caminar por sus senderos muchas veces, respirar ese aire verde único de la ciudad, y allí inspirarse con las imágenes que el Jardín le regalaba.

«No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
pero el Jardín Botánico es un parque dormido
en el que uno puede sentirse árbol o prójimo
siempre y cuando se cumpla un requisito previo
Que la ciudad exista tranquilamente lejos

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedes
ah pero las parejas que huyen al Botánico
ya desciendan de un taxi o bajen de una nube
hablan por lo común de temas importantes
y se miran fanáticamente a los ojos
como si el amor fuera un brevísimo túnel
y ellos se contemplaran por dentro de ese amor» 1

Noción de patria incluye poemas escritos entre 1962 y 1963, año en que fue publicado en forma unitaria. Se trata de un libro hijo de diferentes temas, entre otros, impresiones a su regreso de Europa, algunas estrofas que en cierto modo presagian el oscuro porvenir, una particular oda a una Montevideo «de mentira», y como en casi toda la obra poética de Mario, la solidaridad, el humor, la muerte y el amor. Estas páginas contienen los populares «Corazón coraza» y «A la izquierda del roble», «Entre estatuas» -embrión más corto y menos pulido del hoy famoso «No te salves»-, y el críptico «Obituario con hurras», versos duros celebrando la muerte de alguien no muy querido. El poemario se incluyó ese mismo 1963 en la primera edición de Inventario I, que reunía todos sus poemas desde 1948 hasta esa fecha. A partir de los años ochenta Nocion de patria volvió a editarse solo y también en un mismo tomo junto con Próximo prójimo.

1- A la izquierda del roble, Noción de patria, pág. 58

ANDAMIOS

Javier Montes, protagonista de Andamios, se va reencontrando a lo largo de la novela con seres queridos y, por supuesto, con cada rincón de su Montevideo que tanto amaba:

«Desde su vuelta al país, Javier tenía una asignatura pendiente: reencontrarse con el Jardín Botánico.» 1

Andamios narra la historia del periodista Javier Montes que, en 1995, vuelve al Uruguay para recuperar su espacio interior en un país que le arrebataron por la fuerza. Según Mario, es una especie de inmersión de los personajes de La borra del café, que saltaron de sus páginas para construir esos andamios. Y aunque no la reconoce como autobiográfica, sí admite en esta novela algunas pinceladas personales: «Yo también fui un exiliado y lo pasé muy mal. El exilio político es diferente del económico. La muerte, si es forzada, también es una forma de exilio». Publicada en Buenos Aires (1996), México (1997), Madrid y Montevideo (2009), Barcelona (2015), y traducida al italiano (2006), y al portugués (2017).

1- Andamios, pág. 118

Descubrí a

Mario

1980

A pesar de ser un escritor eminentemente urbano, Mario sentía especial predilección por los espacios verdes de su Montevideo, por los parques, las plazas, y sobre todo por los árboles. Un repaso por algunas de sus obras nos muestra la cálida relación del escritor con esos seres únicos, a quienes seguramente llegó a considerar como un próximo prójimo más. Ya en Poemas de la oficina, aunque el tema fuera gris y burocrático, había un resquicio del corazón por donde asomaban recuerdos de la infancia, en una Montevideo «absolutamente verde... y el Prado con caminos de hojas secas, y el olor a eucaliptus y a temprano». 1

Martín Santomé, en La tregua, en una de sus acostumbradas salidas de domingo camina por la preciosa 19 de Abril, y mirando a través de la bóveda de plátanos descubre «una de las cosas más agradables de la vida: ver cómo se filtra el sol entre las hojas.» 2

Los rayos de sol entre el follaje era seguramente algo que Mario disfrutaba, y lo comparte con Ramón Budiño, cuando tiene un recuerdo en Gracias por el fuego: «de tarde, con el sol filtrándose entre los árboles (nunca he visto un sol tan amarillo)...»; 3 con Claudio, en La borra del café, en el parque Capurro: «de pronto se introdujo por entre las hojas de los árboles un sol intermitente. Fue en ese momento, frente a esa belleza inesperada, que sentí un nudo en la garganta...», 4 y con Beatriz, la niña de Primavera con una esquina rota:

«A mí me gusta más la sombra de los árboles, porque tiene manchitas de sol y además se mueve.» 5

El movimiento de los árboles, ese vaivén lento, como adormecido que Mario llamaba «cabeceo», igual que Santiago, el papá de Beatriz:

«Por lo general el viento era suave y quizá por eso los grandes árboles no discutían, sino simplemente intercambiaban comentarios, cabeceaban con buen humor, me hacían señales de complicidad»; 6 o «el desalentado cabeceo de los árboles» 7

que ve Santomé en la Plaza Matriz. En «Chau número tres», los árboles también cabecean:

«estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos»8;

o quien escribe en «Bolso de viajes cortos» que «sentía que de a poco iba odiando mis esquinas predilectas o los árboles cabeceadores.» 9 Para Mario los árboles pueden ser muchas cosas, como simples estados de ánimo:

«a veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas»10;

pueden ser los amigos que protegen y alimentan el alma:

«...me ampararon como árboles
con nidos o sin nidos
poco importa
no me dieron envidia sino frutos»11;

también sabios ancianos:

«Me he quedado junto al árbol
veterano y cordial en su sabiduría»12, «el árbol sabe
de quién es cada paso
de quién el hacha»13.

En el universo de Mario los árboles señalan el luto y la tristeza: «por ejemplo este día en que ningún árbol
está de verde y no oigo los latidos»14; o son un fragmento en el amor de la pareja:

«cada capítulo de una consecuente pareja
es una región como sus propios árboles.»15

En La vida ese paréntesis, los árboles son celosías, el amor, nostalgia, señales, y son a la vez temblorosos, turbadores e inéditos.

1-«Dactilógrafo», Poemas de la oficina, pág 22
2- La tregua, pág. 22
3- Gracias por el fuego, pág. 142
4- La borra del café, pág. 60
5- Primavera con una esquina rota, pág. 48
6- Primavera con una esquina rota, pág. 45
7- La tregua, pág. 135
8- «Chau número tres», Poemas de otros, Inventario I, pág. 314
9- «Bolso de viajes cortos», Buzón de tiempo, pág. 91
10- «Estados de ánimo», Poemas de otros, Inventario I, pág. 313
11- «Como árboles», Poemas de otros, Inventario I, pág. 330
12- «Ángelus porteño», Poemas de otros, Inventario I, pág. 336
13-Haiku 148, Rincón de haikus, pág. 160
14-«Cada vez que alguien muere», Viento del exilio, pág. 42
15- «Bodas de perlas», La casa y el ladrillo, pág. 89
Av. BUSHENTAL
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PARQUE DEL PRADO