En sus primeros párrafos, el capítulo «El buen trato» de La borra del café narra otro episodio autobiográfico. La casa de los abuelos maternos de Mario -igual que los abuelos de Claudio-, daban al fondo de la Iglesia de Punta Carretas. Esa vecindad y el entusiasmo de unas tías acercaron a Mario a la Parroquia, donde además de ser bautizado jugaba al fútbol con los curas. El inicio de su falta de confianza en la institución eclesiástica, precisamente tuvo lugar en aquellos entreveros deportivos. Claudio en ningún momento dice participar en aquellos encuentros y los narra como mero espectador. Con seguridad, uno de los que integraban esa «muchachada» que veía enfrentarse al equipo parroquial, era Mario Benedetti:
La borra del café es, en palabras del propio Mario, una de sus mejores novelas: «Es la única que en algún sentido es autobiográfica. O que por lo menos lo es en el envase, pues el protagonista es totalmente inventado pero vive en los barrios donde yo viví. Capurro -uno de los más queridos-, Malvín, Punta Carretas.» Fue publicada en Montevideo (1992), Buenos Aires y México (1993), Madrid (1996) y Barcelona (2000), y traducida al alemán (1994), al checo (2000), y al portugués (1998).
1- La borra del café, pág 66.
Dentro de las múltiples mudanzas que protagonizaron los Benedetti, el barrio de Punta Carretas los vio llegar e irse varias veces. Fueron los primeros intercambios amistosos con el Río de la Plata. La familia llegó a vivir en dos casas en la misma calle -Ellauri-, y también vivieron en las calles Ariosto y Miñones. En esta última vino al mundo Raúl, su hermano, cómplice, compañero de la vida y testigo de sus primeras letras. Este barrio también fue el lugar de los contactos inaugurales de Mario con la Iglesia:
La Parroquia de Punta Carretas lindaba con el fondo de la casa de los abuelos maternos. Allí Mario jugaba al fútbol con los curas y con otros niños que se acercaban a la parroquia. Sin embargo, en algunas actividades -pero sobre todo en aquellos partidos-, Mario empezó a encontrar ciertas incoherencias entre lo que predicaban y lo que hacían aquellos religiosos:
En el poema «Bodas de perlas» Mario admite cierta cercanía con la figura de Jesús, más por humana solidaridad que por fe en lo divino, y en alguna entrevista manifiesta más su cercanía en tanto hace hincapié en su profundo desacuerdo con la Iglesia Católica:
Y si bien la cuestión de Dios sobrevuela pasajes de su obra, su ateísmo era declarado, y rompió su relación con la iglesia siendo un niño. El impacto y la admiración que había causado en él la muerte de Baltasar Brum fueron determinantes, como él mismo lo relata en El país de la cola de paja:
Esa falta de fe creciente y firme, esa ausencia de Dios que tanto ha referido en sus poemas comenzó entre dribblings y patadas con los curas, y tomó forma en el poema «Primera incomunión»:
1- Entrevista a Mario Benedetti, M. Fiol y A. Puertas, en Caligrama, p. 72.
2- La borra del café, pág 66.
3- Hugo Alfaro: Mario Benedetti: detrás de un vidrio claro, pág. 125. Trilce, 1986
4- El país de la cola de paja, p. 81
5- Primera incomunión, en A ras de sueño, Inventario I, p. 439