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Descubrí Punta Carretas

Parroquia de Punta Carretas

La mirada de Mario

Parroquia de Punta Carretas

Descubrí el lugar

José Ellauri 408, esquina Solano García. Su nombre oficial es Iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. La construcción de la iglesia se debe a la iniciativa de los vecinos, que plantearon a los padres capuchinosvque apoyaran la idea de contar con un lugar para el culto religioso. El 17 de junio de 1917 fue colocada la piedra fundamental en el mismo predio donde hoy se encuentra, en cuyo acto hizo uso de la palabra Juan Zorrilla de San Martín. La construcción fue comenzada en 1918, y las obras, de estilo románico-bizantino, con vitrales traídos de Alemania, concluyeron en 1927. Este templo cuenta con un órgano alemán de marca Walcker, del año 1954. La presencia de este instrumento ha motivado numerosos festivales de órgano en la iglesia, con la participación de notables organistas como Angelo Turriziani y Cristina García Banegas. Es considerada bien de Interés Municipal desde 1997.

Descubrí la Obra

LA BORRA DEL CAFÉ

EL BUEN TRATO

En sus primeros párrafos, el capítulo «El buen trato» de La borra del café narra otro episodio autobiográfico. La casa de los abuelos maternos de Mario -igual que los abuelos de Claudio-, daban al fondo de la Iglesia de Punta Carretas. Esa vecindad y el entusiasmo de unas tías acercaron a Mario a la Parroquia, donde además de ser bautizado jugaba al fútbol con los curas. El inicio de su falta de confianza en la institución eclesiástica, precisamente tuvo lugar en aquellos entreveros deportivos. Claudio en ningún momento dice participar en aquellos encuentros y los narra como mero espectador. Con seguridad, uno de los que integraban esa «muchachada» que veía enfrentarse al equipo parroquial, era Mario Benedetti:

«En los fondos de la iglesia había un amplio patio cerrado. Allí los curas se recogían las sotanas, y los domingos, después de la misa de once, jugaban al fútbol con la muchachada del barrio. De vez en cuando, uno de los más osados le decía al cura-zaguero de turno: “Acuérdese, padre, de que hay que poner la otra mejilla”, y el padre respondía, sudoroso: “La otra mejilla sí, cretino, pero no la otra pierna. Si me das otra patada, te expulso y te mando a rezar diez padrenuestros y veinte avemarías”. 1

La borra del café es, en palabras del propio Mario, una de sus mejores novelas: «Es la única que en algún sentido es autobiográfica. O que por lo menos lo es en el envase, pues el protagonista es totalmente inventado pero vive en los barrios donde yo viví. Capurro -uno de los más queridos-, Malvín, Punta Carretas.» Fue publicada en Montevideo (1992), Buenos Aires y México (1993), Madrid (1996) y Barcelona (2000), y traducida al alemán (1994), al checo (2000), y al portugués (1998).

1- La borra del café, pág 66.

Descubrí a

Mario

1928/1935


Dentro de las múltiples mudanzas que protagonizaron los Benedetti, el barrio de Punta Carretas los vio llegar e irse varias veces. Fueron los primeros intercambios amistosos con el Río de la Plata. La familia llegó a vivir en dos casas en la misma calle -Ellauri-, y también vivieron en las calles Ariosto y Miñones. En esta última vino al mundo Raúl, su hermano, cómplice, compañero de la vida y testigo de sus primeras letras. Este barrio también fue el lugar de los contactos inaugurales de Mario con la Iglesia:

«Mi formación religiosa vino por una tía, una hermana de mi padre, que yo quería mucho y también por mi abuela. Fue a sus instancias que tomé la primera comunión y me confesé y volví a comulgar en los años de mi infancia.» 1

La Parroquia de Punta Carretas lindaba con el fondo de la casa de los abuelos maternos. Allí Mario jugaba al fútbol con los curas y con otros niños que se acercaban a la parroquia. Sin embargo, en algunas actividades -pero sobre todo en aquellos partidos-, Mario empezó a encontrar ciertas incoherencias entre lo que predicaban y lo que hacían aquellos religiosos:

«En los fondos de la iglesia había un amplio patio cerrado. Allí los curas se recogían las sotanas, y los domingos, después de la misa de once, jugaban al fútbol con la muchachada del barrio. De vez en cuando, uno de los más osados le decía al cura-zaguero de turno: “Acuérdese, padre, de que hay que poner la otra mejilla”, y el padre respondía, sudoroso: “La otra mejilla sí, cretino, pero no la otra pierna. Si me das otra patada, te expulso y te mando a rezar diez padrenuestros y veinte avemarías”.» 2

En el poema «Bodas de perlas» Mario admite cierta cercanía con la figura de Jesús, más por humana solidaridad que por fe en lo divino, y en alguna entrevista manifiesta más su cercanía en tanto hace hincapié en su profundo desacuerdo con la Iglesia Católica:

«A Jesús lo maneja la Iglesia como un latifundio más, como una de sus propiedades privadas. Y los teólogos de la liberación han expropiado a Jesús, no para sacarlo de la iglesia sino para que vuelva a ser, o empiece a ser, pertenencia de toda la humanidad. Jesús pertenece a los cristianos y a los ateos, es una figura de la historia, que dijo e hizo cosas verdaderamente revolucionarias.» 3

Y si bien la cuestión de Dios sobrevuela pasajes de su obra, su ateísmo era declarado, y rompió su relación con la iglesia siendo un niño. El impacto y la admiración que había causado en él la muerte de Baltasar Brum fueron determinantes, como él mismo lo relata en El país de la cola de paja:

«En época del suicidio de Brum, yo tenía sólo doce años y quedé deslumbrado frente a los pormenores del suceso. Entre otras cosas, ese hecho insólito vino a provocar mi temprana ruptura con la Iglesia, después de una ardua polémica de casi una hora con un cura confesor que se propuso denigrar a Brum.» 4

Esa falta de fe creciente y firme, esa ausencia de Dios que tanto ha referido en sus poemas comenzó entre dribblings y patadas con los curas, y tomó forma en el poema «Primera incomunión»:

Esta historia poco sagrada
de aquí abajísimo
esta nada eucarística amenaza bomba lustral
hongo piadoso
última cena con doce judas
y ningún pobre
salvador este bochorno calculado
este loquísimo escupitajo en las dos caras de la oscuridad
tienen su parte en mi desrezo.5

1- Entrevista a Mario Benedetti, M. Fiol y A. Puertas, en Caligrama, p. 72.

2- La borra del café, pág 66.

3- Hugo Alfaro: Mario Benedetti: detrás de un vidrio claro, pág. 125. Trilce, 1986

4- El país de la cola de paja, p. 81

5- Primera incomunión, en A ras de sueño, Inventario I, p. 439

Museo Zorrilla
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Ex Carcel Punta Carretas