Descubrí Montevideo
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Descubrí Ciudad Vieja

La otra ciudad

La mirada de Mario

La otra ciudad

Descubrí los lugares

Templo Inglés

Reconquista 522. El edificio primitivo de la Iglesia de la Santísima Trinidad -primero en Uruguay y en la América hispana-, inaugurado en 1845, estaba ubicado en las inmediaciones del Cubo del Sur, sobre la calle Santa Teresa. Emplazado en uno de los predios destinados a desaparecer a causa de la construcción de la Rambla Sur, en 1934, una vez que el gobierno municipal adquirió la propiedad del edificio, se iniciaron los trabajos de demolición de templo. La Comisión Financiera de la Rambla Sur, con el beneplácito del gobierno comunal, además del pago de la indemnización por el edificio y su predio, otorgó un terreno situado enfrente del expropiado, en el área comprendida entre las calles Reconquista, Brecha y Treinta y Tres, comprometiéndose a convertir la superficie no edificada en jardines. El desafío era construir un templo de cara al mar que fuese una réplica del original. El nuevo templo, inaugurado el 6 de junio de 1936, respeta en gran medida los lineamientos arquitectónicos de su antecesor, reutilizando además vitreaux, placas conmemorativas, mobiliario del altar y pupitres del original.

Casa de Tomás Toribio/Museo de la Construcción:

Piedras 526-28, entre Ituzaingó y Treinta y Tres. La casa de Tomás Toribio, primer arquitecto que tuvo la ciudad de Montevideo, constituye uno de los pocos ejemplos de arquitectura doméstica colonial que aún pervive. Se trata de un predio poco común por sus dimensiones, frente muy angosto y gran profundidad, y por la existencia de una servidumbre de paso hacia la primera fuente de abastecimiento de agua dulce que tuvo la ciudad. El problema se resolvió en forma hábil dejando una planta baja libre con un pasaje cubierto para acceder a la fuente, y desarrollando la vivienda en la planta alta. La fachada, con un lenguaje derivado del neoclasicismo académico, asume las características de austeridad y sobriedad propias del desarrollo de esta modalidad en el periodo colonial en el Uruguay. La austera decoración tiene su acento en el balcón con balaustres de hierro fundido de igual modelo a los del Cabildo. En la década de 1970 se restauró manteniendo las condiciones originales. En 1975 fue declarada Monumento Histórico Nacional. Posteriormente se le adjudicó el destino de Museo de la Construcción como buen exponente de los sistemas constructivos utilizados en la época colonial. Para realizar esta adaptación se intervino en el patio posterior techando con chapas traslúcidas, agregando servicios higiénicos, e incorporando con criterio de reversibilidad una estructura de hierro y madera que conecta los dos niveles y permite su recorrido.

Espacio Cultural Al Pie de la Muralla

Bartolomé Mitre 1464, esquina 25 de Mayo. «Al Pie de la Muralla» es un espacio cultural dedicado a la educación patrimonial y a mostrar la muralla que rodeaba la primitiva ciudad fortificada de Montevideo, sistema defensivo contra posibles invasores. Consta con un museo y en su sede se puede ver parte de la antigua muralla, además de disfrutar de charlas temáticas. De allí también parten visitas guiadas a diferentes puntos de la Ciudad Vieja, visitando bóvedas, restos de la muralla y otros sitios patrimoniales de interés.

+ info: http://alpiedelamuralla.org

Descubrí la Obra

LA TREGUA

«Como mis personajes, soy un montevideano seguro cuando trabajo e imagino con ellos, a partir de ellos, o a partir de mí mismo, como montevideano.»1

El martes 19 de febrero es crucial en el diario y el alma de Martín Santomé. Esas páginas sangran el hastío del oficinista, la misma foto cotidiana sujeta a horarios que se repite día tras día, donde reconoce a sus pares que van «de-casa-al-trabajo-y-del-trabajo-a-casa», otros empleados que se ahogan y no pueden vivir la otra ciudad que existe más allá de la rutina. Esa otra ciudad con miles de otras caras, más o menos agradables, más o menos rutinarias también, pero al fin y al cabo, diferentes.

«Estoy convencido de que en horas de oficina la ciudad es otra. Yo conozco el Montevideo de los hombres a horario, los que entran a las ocho y media y salen a las doce, los que regresan a las dos y media y se van definitivamente a las siete. Con estos rostros crispados y sudorosos, con esos pasos urgentes y tropezados; con ésos somos viejos conocidos.» 2

«Pero está la otra ciudad, la de las frescas pitucas que salen a media tarde recién bañaditas, perfumadas, despreciativas, optimistas, chistosas; la de los hijos de mamá que se despiertan al mediodía y a las seis de la tarde llevan aún impecable el blanco cuello de tricolina importada, la de los viejos que toman el ómnibus hasta la Aduana y regresan luego sin bajarse, reduciendo su módica farra a la sola mirada reconfortante con que recorren la Ciudad Vieja de sus nostalgias; la de las madres jóvenes que nunca salen de noche y entran al cine, con cara de culpables, en la vuelta de las 15.30; la de las niñeras que denigran a sus patronas mientras las moscas se comen a los niños; la de los jubilados y pelmas varios, en fin, que creen ganarse el cielo dándoles migas a las palomas de la plaza. Ésos son mis desconocidos, por ahora al menos. Están instalados demasiado cómodamente en la vida, en tanto yo me pongo neurasténico frente a un almanaque con su febrero consagrado a Goya.» 3

La tregua fue publicada en 1960, lleva a esta altura más de doscientas ediciones y fue traducida a diecinueve idiomas. Junto con Poemas de la oficina y Montevideanos, significó un punto de inflexión en la carrera de Mario, proyectándolo a nivel internacional y marcando su consagración como escritor.

1 Guadalupe Carrillo: Mario Benedetti: Montevideo, una estética urbana. Cuadernos del CILHA Nº 7/8, 2005-2006, pág. 7
2 La tregua, pág. 13

3 Ibíd.

Descubrí a

Mario

La tregua es, junto a Poemas de la oficina y a Montevideanos, una trilogía que marca varias pautas importantes en la vida y la carrera de Mario, pues a partir de ella confirma su cercanía al lector. Sus versos y su prosa son sencillos, de lenguaje directo y hablan de lo que le pasa en ese momento al ciudadano medio: «escribo para el lector que está aquí, poco menos que leyendo el texto por sobre mi hombro». También esa cercanía se transforma en éxito: los tres libros son de los más vendidos del autor, y a partir de ellos Mario comienza a ser un referente de la literatura uruguaya. Y por supuesto, los tres libros hablan un lenguaje que, más allá de la universalidad de los temas, es profundamente montevideano, y define -en parte-, la atmósfera de toda su obra:

«En cuanto a mi obra, Montevideo la ocupa casi totalmente. No sólo porque uno de mis libros se titula Montevideanos, sino porque a lo largo de mis novelas, mis cuentos, mis poemas, no siempre en las líneas pero sí en las entrelíneas, la ciudad y sus habitantes son presencias casi estables. No sé si será una obsesión, pero al menos es un rasgo tenaz, y también una carencia... Como mis personajes, soy un montevideano seguro cuando trabajo e imagino con ellos, a partir de ellos, o a partir de mí mismo, como montevideano.»

¿qué tiene de especial esta ciudad que se ha convertido en el escenario casi único e inamovible de la obra de Mario? ¿De dónde surge esa identidad montevideana tan intensa, más aún en alguien que no nació en Montevideo?

«Lo que pasa que en mi generación todos los montevideanos nacíamos en el Interior. Ahora se les ha dado por nacer en Montevideo, pero eso era muy frecuente. La mayor parte de los escritores de mi generación todos nacían en el interior, pero sin embargo, la actividad final la hicieron en Montevideo. Montevideo genera un atractivo muy especial, y no sólo para los montevideanos.»

LOS BARRIOS
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