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Descubrí Punta Carretas

Rambla de Punta Carretas

La mirada de Mario

Rambla de Punta Carretas

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Rambla

La Rambla de Montevideo es una prolongada avenida de 24 km de largo que bordea la costa del Río de la Plata. Constituye al mismo tiempo una importante vía de circulación vehicular y un paseo peatonal. Sobre el río, y alo largo de la rambla se suceden numerosas playas, entre las cuales se destacan: Ramírez (Parque Rodó), Pocitos, Buceo, Malvín y Carrasco. Diversos accidentes geográficos le confieren belleza e interés, como la Punta de las Carretas y la Isla de las Gaviotas. Los fines de semana, congrega a miles de personas de todas las edades, quienes acuden en busca de paseos, recreación y aire fresco. En varios puntos, especialmente en la Rambla Sur, es un buen lugar para la práctica de la pesca deportiva. Cuenta con amarraderos de yates en Punta Carretas y Puerto del Buceo.

Faro de Punta Brava

Está ubicado en el punto más austral de Montevideo y del país. El faro comenzó a funcionar en 1876, emitiendo una luz blanca fija, visible a diez millas con buen tiempo. Desde 1948, cada diez segundos intercala un destello rojo, manteniendo su altura original de veintiún metros y ampliando el alcance lumínico a quince millas. Aún es referente para pesqueros que se dirigen al Banco Inglés, al Puerto del Buceo o a la entrada del río Santa Lucía. Desde su costa se aprecia una hermosa vista panorámica y se puede disfrutar de la oferta gastronómica de restaurantes y clubes de pesca.

Castillo Pittamiglio

Rbla. Mahatma Gandhi 633 bis, esquina Francisco Vidal. En 1910, Humberto Pittamiglio adquirió los terrenos de Punta Trouville, donde poco después se inició la edificación del castillo. El mismo no puede clasificarse dentro de un estilo arquitectónico preciso, así como la mayoría de las construcciones de este excéntrico arquitecto. La réplica de la imagen de la Victoria de Samotracia, sostenida por una proa de barco que apunta hacia el mar, caracteriza al edificio, que en su interior adquiere una estructura de laberinto, con múltiples salones e infinitos recovecos, puertas que no conducen a nada y pequeñas escaleras, así como escudos y esculturas. Llama la atención en su interior, las habitaciones de diferentes formas geométricas, circulares, octogonales, cuadradas, símbolos básicos en la alquimia. El Castillo Pittamiglio ofrece visitas guiadas para conocer e interpretar este majestuoso libro escrito en piedra, descifrando sus símbolos y mensajes ocultos.

https://castillopittamiglio.org/

Club de Golf

Si bien se consideró utilizar estos terrenos para construir un complejo deportivo y recreativo, como no resultaron adecuados para ello, se decidió construir un club de golf. Inaugurado en 1922, está situado sobre la rambla que bordea la franja costera del Río de la Plata en el barrio Punta Carretas, por lo que destacan sus cualidades paisajísticas y el parque que lo rodea. Cuenta con 18 hoyos y 6.635 yardas en total.

 

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LA TREGUA

Mario no sólo integró a sus cuentos y novelas al montevideano medio que tanto le preocupaba; también lo situó en ambientes de la ciudad que le eran familiares y comunes. El Café Sorocabana de 25 de Mayo, donde durante cinco meses de 1959, todos los mediodías escribió La tregua, fue escenario de momentos fundamentales del relato:

«Santomé, a menudo, se encuentra con Avellaneda en un café: es el Sorocabana de 25 de Mayo. Allí se le declara y allí escribí la novela, en una mesa cualquiera.» 1

La tregua fue publicada en 1960, lleva a esta altura más de doscientas ediciones y fue traducida a diecinueve idiomas. Junto con Poemas de la oficina y Montevideanos, significó un punto de inflexión en la carrera de Mario, proyectándolo a nivel internacional y marcando su consagración como escritor.

1- Entrevista de María Esther Gilio, Brecha, 2/2/2001

Descubrí a

Mario

1986

Para un montevideano la Rambla es el contacto con el río que parece un mar, porque mirando el horizonte, la otra orilla -aunque se sabe-, no se ve; lo que uno ve es mar, por más que la geografía diga otra cosa. Así como es posible relacionar Colón o la Plaza Matriz con etapas puntuales de su vida, resulta imposible situar un lugar como La Rambla en un momento exacto de la vida de Mario. De niño vivió cerca de ella en Punta Carretas, y de adulto vivió en Malvín, también próximo a la Playa. La recordó permanentemente en exilio y después, en el desexilio, donde aparece recurrentemente en versos y párrafos. «Lindo ir por la Rambla. El mejor momento del día. El único en que es un descanso manejar.» Podemos imaginar a Mario algún día de los años cincuenta y pico al volante del «escarabajo» que compró a principios de esa década. «Ahora en el auto, despacito, por la Rambla, solo, qué suerte.»1 Las dos citas pertenecen a Ramón Budiño en Gracias por el fuego, pero también es muy probable que Mario las pensara para sí. El paso del tiempo también cambió su manera de percibir La Rambla; de aquel lugar tranquilo entre las rocas donde se mojaba los pies, a la alta muralla de edificios construida en Pocitos y Punta Carretas hacia los años sesenta, que convirtió a esos barrios en casi exclusivos de la clase alta, como dice en el poema «Los pitucos». Una rambla que añoró en la lejanía obligada y con la que celebró su reencuentro a mediados de los ochenta, en los últimos versos del poema «Referencias»:

ahora por fin están aquí a mi alcance parque rambla idioma firmamento recodos calle feria esquinas ya no preciso referencias 2

Como un rasgo esencial a Montevideo, la Rambla ha estado presente durante toda la obra de Mario, lo que es decir durante toda su vida.

1- Gracias por el fuego, pág. 205 2- Referencias, en Preguntas al azar, pág. 128
Ex Carcel Punta Carretas
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LOS BARRIOS